El fenómeno meteorológico conocido como Calle de los Vórtices de Kárman, guarda una hermosura proporcional a su implacable capacidad destructiva. Entre las múltiples lecciones que la naturaleza tiene para nosotros, existen situaciones en las que, eludiendo cualquier precepto de su contraparte artificial, la cultura, da vida a una especie de sublime oximoron, asociando dos pilares arquetípicos, fundamentales para nuestra noción de realidad: la destrucción y la belleza. Si bien ambos conceptos son, culturalmente hablando, opuestos, lo cierto...