Antes de cerrar Público, el magnate se presentó a una asamblea de trabajadores y aseguró: "Mi patrimonio es cero; me lo he gastado todo en Público". Ahora sabemos que tenía parte de razón siguiendo la misma lógica que impera entre los grandes capitalistas duchos en optimización fiscal, que no tienen nada a su nombre: ni la casa, ni la mansión de verano ni los yates ni los coches de lujo que coleccionan ni las obras de arte que atesoran.