Distanciadas a priori, la infección por VIH y la hipertensión podrían ser dos enfermedades más cercanas de lo que en principio se podría pensar. Las dos son la causa de un elevado número de muertes, las dos son asintomáticas, fácilmente detectables y, gracias a la disposición de fármacos para ambas, patologías crónicas controlables con la medicación. Sin embargo, su vinculación con costumbres occidentales ha ocultado, hasta ahora, que la tensión arterial elevada es un problema global, no sólo de países ricos.