Hace aproximadamente dos años y medio, justo cuando empezábamos a salir de los toques de queda y seguíamos con los hospitales a full, en la otra parte del planeta, en los EE.UU., las calles ardían y la gente se echaba en masa a las calles para protestar contra la muerte de George Floyd, el enésimo asesinato racista de la policía norteamericana. El entonces presidente Donald Trump, en su línea, lejos de condenar el crimen, señaló a los manifestantes y advirtió que iba a ilegalizar a «Antifa», aquellos que, según él, estaban promoviendo las prote