El 16 de mayo de 1978, la Comisión Constitucional debatía, entre otros, el artículo 3: el de las lenguas. Así que circularon por la sala Juan Valera, Joan Maragall, Cervantes, Rosalía de Castro... Y, más que cualquiera de ellos, Miguel de Unamuno, cuyo pensamiento esgrimían repetidamente unos diputados y otros, izquierda y derecha, para dar autoridad a argumentos contrarios...[ ]en el tema de las nacionalidades, la Constitución dice más o menos: ahí queda eso, digiéranlo ustedes en el futuro como puedan”.