Una de mis excursiones favoritas cuando era pequeño era la visita al panteón del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial. Hace pocos meses fui después de unos cinco lustros, y me sorprendí anticipándole a mi pareja algunos detalles antes de que los dijera la guía, como la localización precisa del pudridero: la habitación donde se pudren los cuerpos de los reyes, ya que los ataúdes que habitarán son más pequeñitos que sus cuerpos y hay que esperar a que mengüen unos treinta años antes de situarlos en su preciosa caja.