No podemos evitar que a muchos de nosotros, Operación Triunfo nos horrorice y fascine a partes iguales. No sabemos muy bien qué es esa especie de animadversión hacia el programa, y tampoco podemos certificar qué es lo que nos atrae y lo que nos disgusta, pero no podemos hacer nada para evitarlo. Ayer, contra todo pronóstico, nos volvimos a sentar (casi) todos frente a nuestros televisores, con la cena mediante, para disfrutar de este derroche de luz, color y gallos por doquier.