Nómadas digitales y en algunos casos personas retiradas de países con costo de vida altos y alto poder adquisitivo, que son tan apreciados por los negocios, se mudan a países, ciudades, barrios en realidad, cómodos y con un costo de vida mucho menor. Los pesimistas se preguntan si nos estamos enfrentando a una situación pre hunger games –el tejido social de las grandes ciudades pierde diversidad con los peligros que acarrea la creación de islas cada vez menos integradas a las oportunidades– o si solo es un reacomodo geográfico y demográfico.