En lo peor de la pandemia, los expedientes de la regulación temporal del empleo (ERTE) y su asociación a ayudas públicas salvaron millones de puestos de trabajo y miles de empresas de desaparecer. De hecho, por lo pronto y tras la puesta en marcha de la reforma laboral, se han convertido en la principal herramienta para la flexibilidad interna de las plantillas. Muy por encima de los despidos colectivos, cuyo uso se va reduciendo poco a poco. Los expedientes de regulación de empleo (ERE) se redujeron un 61,7%.
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