Lo último que uno espera escuchar en el juicio en el que declara el presidente del Gobierno son risas burlonas que llegan desde el fondo, que celebran un chascarrillo de Rajoy y hasta le animan: "Muy bien, muy bien". Es lo último que uno espera porque nada más empezar, cuando Mariano Rajoy ha salido de una sala de la que nunca salen los testigos tras llegar por el garaje por el que nunca llegan los testigos, ha podido hasta tocarse un estremecimiento.
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