Corría el año 74 a.C. cuando el emperador Vespasiano promulgó el llamado Edicto de latinidad, un decreto por el que concedía la ciudadanía latina a las provincias de Hispania. Ese estatus, originalmente otorgado a los pueblos del Lacio (a los latinos, de ahí su nombre), constituía un paso intermedio entre el de peregrinus, es decir no-ciudadano, y la ciudadanía romana plena. Y como los que alcanzasen ésta tenían que ser adscritos en alguna de las treinta y cinco tribus para poder ejercer su derecho a participar en los (...)
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