Sus imágenes son una oda a lo efímero, lo abstracto y lo onírico, y no es casualidad; la obra de este fotógrafo holandés se inspira en la fotografía japonesa y en sus viajes al país nipón. Su fotografía, desde el mismo momento de la concepción a la ejecución y posterior tratamiento, siguen los principios de los Haikus, poemas japoneses muy cortos, de solo tres versos sin rima, y que hablan de temas, o de momentos concretos, relacionados con la naturaleza o la vida cotidiana. Su brevedad acentúa su carga emocional y alegórica.
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