Es evidente que, en una economía fuertemente dependiente de los combustibles fósiles, querer hacer de los Juegos Olímpicos un ejemplo de neutralidad climática es una fantasía perversa y un claro ejemplo de greenwashing que permite perpetuar un modelo ecológicamente depredador. En ese sentido, no es extraño pensar que la sostenibilidad será la gran damnificada en las próximas citas olímpicas. Y, entre ellas, podría estar la candidatura de Pirineos-Barcelona 2030.
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