"Donde mayor dificultad tuve fue en el ámbito laboral, y eso que soy funcionaria y que mi situación es privilegiada (básicamente porque no tengo la presión de que me echen por lesbiana). Sin embargo, la adolescencia me imponía y las compañeras y compañeros, también. La gente desconocida de un lugar al que yo estaba atada despertaba en mí el miedo a ser rechazada diariamente y a no tener escapatoria. El fantasma de la vejación me paralizaba. Poco a poco me fui empoderando y vi la otra cara de la moneda: mi alumnado LGTBI me necesitaba".
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