Su apoyo desmedido a Tsipras en medio del caos griego; el cabreo y la seriedad permanentes; los duros insultos a sus opositores; su falta de formación económica; su estilo demasiado desaliñado para captar al 'centro del tablero'... Si quiere no seguir perdiendo electores, el líder de Podemos debería reflexionar sobre su estrategia de comunicación.
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