El objetivo de este ensayo es persuadir de que no deberíamos enviar seres humanos a Marte, al menos no en el corto plazo. Aterrizar en Marte con la tecnología existente sería un truco destructivo y derrochador cuyo único legado sería arruinar el mayor experimento de historia natural del Sistema Solar. No abriría más una nueva era de vuelos espaciales que un marinero fenicio cruzando el Atlántico en el año 500 a.C. habría abierto el Nuevo Mundo. Y ni siquiera sería tan divertido.
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