Los telediarios son la manifestación más evidente de la desvergüenza informativa; sin excepción de países ni de regímenes. Eso sí, se diferencian en las dosis. Los hay totalmente falaces y existen otros, que con grandes dosis de habilidad, te hacen creer que están regidos por la ecuanimidad y el respeto a la pluralidad. No hay trabajador honesto de un telediario que no sufra esto todos los días y sin la menor posibilidad de cambiarlo. Incluso a algunos les gusta y les reporta sustanciosas regalías.
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