El golpe de Estado militar del 18 de julio de 1936 fue una operación minuciosamente planificada. No fue una respuesta al asesinato del diputado monárquico Calvo Sotelo ni nace como contestación a una inexistente, revolución comunista. El general Mola llamó a "eliminar sin escrúpulos ni vacilaciones a los que no piensen igual". Paul Preston cree que la cifra más fidedigna de muertes a manos de militares rebeldes y sus partidarios lejos del campo de batalla asciende a 130.199 aunque lo más probable es que la cifra real superara los 150.000
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