Me dormí profundamente durante diez minutos durante la última entrega de la saga Star Wars, Los últimos Jedi. No fue solamente porque el relato divagase por recovecos muy aburridos, sino porque, en general, Star Wars ha perdido el rumbo. Lo que comenzó como una apasionante exploración de la philosophia perennis se ha convertido en un vehículo para la última ideología de moda… y realmente es una lástima.
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