El domingo, al mediodía, irrumpió en la Plaza Mayor de Vic con su coche y se llevó por delante decenas de las cruces amarillas que reclaman la excarcelación de los presos del golpe separatista. Su acción no tuvo motivaciones políticas; simplemente, sufrió uno de sus ataques de angustia. Nunca albergó un plan premeditado para actuar como lo hizo. Al final se publicaron sus datos personales, incluido el teléfono y la vivienda, una información sensible a la que sólo pueden acceder los distintos cuerpos de policía. ¿Quién los filtró? No se sabe.
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