Miguel, cada día, hacía el mismo recorrido. Salía de la Estación Espacial de Canarias en Maspalomas –su lugar de trabajo–, cogía el coche y regresaba a casa. Y, después, tocaba, componía y, en general, disfrutaba de la música, a solas o con su grupo Lua Lua Band. Era parte de su rutina; lo habitual. Sin embargo, el pasado martes, la fatalidad se cruzó en su camino. O, mejor dicho, lo hizo un ‘kamikaze’. Él iba tranquilo por su carril en la GC-500 en una carretera de doble sentido. Pero, de pronto, se encontró a otro vehículo de frente.
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