Aquel “profundo hijo del desierto” andaba arropado, y parecía un poseso, un vaticinador y un brujo y se ha llegado a ver en ello los síntomas de un ataque de epilepsia; tuvo que disfrazarse, vivir errante, oculto entre peñas, cavernas, expuesto a ser asesinado como lo fue su primo Alí en la mezquita de Bagdad(1). Es este el año de la Huída, conocido como de la Hégira: juzgando imposible
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