así era la ciudad de Shanghai en 1936: un paisaje que nada tiene que ver con el actual, dominado por los rascacielos. Y es que el aspecto de las ciudades chinas cambió drásticamente en la década de 1990 y en el caso de algunas, como Shanghai, la transformación fue radical. Deng Xiaoping definió esta ciudad como “la cabeza del dragón” que debía impulsar China hacia el futuro hasta convertirse en una de las principales potencias mundiales.
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