La junta militar birmana trata de limpiar su imagen con una campaña de desinformación mientras continuó este sábado la represión con gases lacrimógenos de las manifestaciones prodemocráticas, en las que han muerto al menos una cincuentena de personas desde el golpe de Estado. En la prensa oficialista, las autoridades describen las manifestaciones pacíficas como disturbios y acusa a los manifestantes de violentos, al tiempo que niega la represión de los soldados y policías, a pesar de numerosos vídeos que lo demuestran y la propia ONU.
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