La escena tiene lugar a media tarde durante la segunda ola de calor del verano en la Puerta del Sol de Madrid, aunque estos días se repite en el centro de cualquier ciudad española. “La fachada de un edificio emite más o menos como un radiador encendido. La radiación solar calienta los materiales hasta los 70, 80 o 90 grados centígrados. Al caer el sol, ese calor lo empiezan a emitir al aire y, por eso, tenemos sensación de que sale fuego del suelo”, explica la arquitecta Carmen Sánchez Guevara, que estudia los efectos de las ‘islas de calor’.
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