Los bienes importados de fuera de la UE que no cumplan los mismos estándares de baja contaminación que dentro de sus fronteras tendrán que pagar muchos más impuestos. La Unión Europea puede "reclamar" la reducción de las emisiones incluso cuando la producción de sus bienes se realice fuera de sus fronteras, al menos de un modo indirecto. Un impuesto fronterizo, de esta forma, protege a los fabricantes europeos de productos contaminantes importados de países con una legislación climática más laxa.
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