Mi tía Paquita respetaba la voluntad de mi tío, con cierto grado de veneración, y nunca intentó en ese aspecto torcer su voluntad. Incluso me relataba, con no disimulada admiración, que una vez unos árabes le ofrecieron miles de millones de pesetas a su marido por los terrenos hoy en litigio, y que al sospechar que la indiscriminada construcción en la zona, iba a arruinar progresivamente el paisaje, estando ya ante el contrato, con lágrimas en los ojos, finalmente se negó a firmar.
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