Un hombre entra en una cafetería y pide un expreso descafeinado. El camarero le cobra dos euros. Al cliente le parece demasiado caro y, descontento, llama a la policía municipal. Los agentes se personan en el lugar y sancionan al propietario del establecimiento con 1.000 euros. Sin embargo, la multa no es por haber cobrado la friolera de dos euros por un café solo, sino porque el precio no estaba a la vista. Esta escena no es de chiste. Ocurrió en Florencia el lunes pasado y no en un sitio cualquiera: en el café Ditta Artigianale
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