Harto, cansado, desesperado y rabioso. Estos son los sentimientos que gobiernan el espíritu cuando acaba una semana plagada de pequeños Nicolás, Bankias, gobiernos ineptos, dimisiones, críticas a formaciones que no respetan la libertad de expresión ni la democracia y presupuestos catalanes sin sentido mientras se sigue hablando de independencias ficticias.
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