La ausencia de coches en la ciudad provoca una calma tal que uno tiene la sensación de que el mundo exterior ha dejado de existir. Pensareis que estoy loco, pero vivir estos días en Hamburgo se me antoja mucho más sostenible que en ningún otro sitio. Y eso a pesar de los 20.000 antidisturbios, los 50 tanques de agua y los 15 helicópteros que tratan de acabar conmigo en cuanto me descuide lo más mínimo. Esta constatación me llega a lo más profundo del corazón, me conmuevo por esta ciudad, por su desgarradora atmósfera de valerosa felicidad y una
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