El reciente restablecimiento de las comunicaciones entre Corea del Norte y su vecina del sur no se ha traducido en un acercamiento cultural, al menos, no en un aumento de la tolerancia de Pyongyang; Kim Jong-un continúa intransigente en su postura opuesta a la influencia que pueda llegar desde el otro lado del paralelo 38 y obsesionado con erradicar lo que el propio mandatario ha etiquetado de “un tumor maligno”. El líder supremo ha emprendido una nueva cruzada, esta contra las películas surcoreanas, el K-pop y los K-dramas, en otro intento por
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