No terminaba de encajar la escenografía futurista del plató de TVE con la indumentaria y discurso trasnochado de los pasajeros del Enterprise. Rivera abjuraba del viejo bipartidismo. Sánchez desenterraba la corrupción. Casado hablaba de ETA. E Iglesias, atribuyéndose a su antojo la representación de la gente, estuvo a punto de leernos entera la Constitución del 78.
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