Los países de la Unión Europea han logrado reemplazar el suministro de gas ruso con éxito antes del invierno, gracias a las ingentes importaciones de gas natural licuado (GNL). De forma paradójica, Moscú también se ha beneficiado de este boom, pese a la firme decisión de Bruselas de bloquear y sancionar el carbón y el petróleo ruso para que deje financiar la ocupación en Ucrania.
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