Dirigirse a la gente más joven, inmersos en una globalidad que se inmiscuye en los recovecos de las banalidades fluctuantes, es actualmente una tarea, no se si difícil, pero si muchas veces olvidada. La condescendencia y el tratar de imbéciles a aquellos que “ya saben cortarse el filete” puede ser algo que desemboque en sujetos faltos, no ya de propiocepción, porque de individualismo vamos sobrados, sino de conciencia crítica y de un prisma colectivo, que al fin y al cabo es constitutivo de lo social.
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