Necesitaba dinero para pagar el tratamiento de su hijo, así que viajó viajó a Pakistán para importar bisutería semanas después del 11-S. Aquel pretendido viaje de negocios acabó en Guantánamo, donde pasó cinco años y medio encerrado. En la cárcel se ganó fama de “alborotador”: lo bautizaron como “el General”.
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