La viuda desconsolada llora a su esposo mientras sus vecinos la acompañan en la procesión que lleva el ataúd hacia el cementerio. El cajón no está cerrado y se puede ver el cuerpo del difunto, incluso cuando lo van bajando hacía el lugar en el que lo enterrarán. Pero ¡un momento! Al muerto se le ve parpadear. ¿Qué pasa? Le empiezan a dar ron y el muerto deja de estar muerto y saca la lengua. Así comienza la fiesta, en la que a la esposa se le ve bailar con el cura. Todos son actores. Se trata de una tradición que se acerca a las tres décadas y
|
etiquetas: “el entierro de pachencho”: cubanos , burlan , muerte