En febrero de 1915, la expedición por la Antártida liderada por el explorador Ernest Shackleton llegó a su fin al encallar en las aguas heladas del mar de Weddell el navío en el que viajaban, el Endurance. Milagrosamente y gracias a una heroica capacidad de supervivencia, todos los tripulantes regresaron a sus hogares sanos y salvos. Ahora, un siglo más tarde, una expedición internacional cuyo objetivo era encontrar los restos del barco hundido ha sido derrotada por a la misma maldición.
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