Sí, en Australia también hay doce apóstoles, sólo que no son de carne y hueso sino de piedra. La acción incesante de la erosión marina sobre los acantilados suele moldear esas paredes, haciendo que unas partes se derrumben y otras vayan tallándose a golpe de ola y el paisaje adquiera una imagen propia, a veces de formas caprichosas que por pareidolia asimilamos a algo conocido.
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