Extracciones de vegetación indiscriminadas, no selectivas, a gran escala y, en algunos casos, apenas unos meses después de que el monte haya sido pasto de las llamas. Tala y extracción de árboles verdes y sanos en parajes naturales protegidos. Uso sistemático de maquinaria pesada y arrastre de troncos por zonas de máxima pendiente que devastan y erosionan el terreno. Y todo ello, sin ningún tipo de control, cautela o prevención ambiental. Esta es la dramática realidad que Acció Ecologista-Agró denuncia y documenta.
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