No se sabe quién reirá el último, pero ahora nadie lo hace con carcajadas más fuertes que Abascal y los suyos, que tienen el trabajo más cómodo del mundo: no hacer nada. El mejor ejemplo, la defenestración de Alfonso Alonso como candidato del PP en el Pais Vasco y el del nombramiento como sustituto de Carlos Iturgaiz, que según el criterio siempre elástico de Pablo Casado no valía para Europa, de donde lo echó al ponerle en la cola de la lista de su partido, pero sirve para lehendakari.
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