En 2016, alquilé un piso en Albacete. Al propietario lo habían trasladado de provincia hacía unos años, pero, quizás porque seguía teniendo familia en la ciudad y volvía a menudo, nunca se había mudado completamente. Cuando entramos en la casa no encontramos muchas cosas extrañas. No obstante, la que se llevó la palma fue un tetrabrick de leche perfectamente cerrado que llevaba más de 10 años caducado**
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