La bebé tenía un grave daño cerebral que había sido detectado en el embarazo. Afirman que lo hicieron por el bien de la niña sana. El tribunal, que consideró esta explicación poco creíble, argumentó que los acusados, como ginecólogos expertos, sabían que legalmente ya no estaban autorizados a matar al niño enfermo durante la cesárea, porque el parto ya había comenzado
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