Imaginemos por un momento un exprimidor de naranjas. Ahora pensemos en que en vez de naranjas lo que exprimimos son neuronas. Sí: así actúa la cocaína, una de las drogas mas destructivas, en el cerebro. Para decirlo de otro modo: el cerebro de un adicto va sufriendo pequeños infartos puntiformes, y cuando eso sucede es señal de una alarma que merece -y debe- ser escuchada
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