China ha sido durante años una 'fábrica' barata que ha abastecido al mundo desarrollado de los bienes que demandaba a través de grandes superávits comerciales. Una fuerza laboral inmensa, el crecimiento de la productividad y unos costes laborales muy bajos han permitido que la creciente demanda de Occidente no se tradujese en una inflación galopante, más bien al contrario. Sin embargo, ahora, esta tendencia podría estar revirtiéndose, al menos de forma temporal. China parece haber empezado a exportar inflación al resto del mundo.
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