Montesquieu, arquitecto mundial de las ideas, edificó, entre otras, una contribución muy personal a la práctica de la solidaridad. Según él, nunca haría algo a favor de su persona o de su gente si eso fuera a dañar a la patria o a la humanidad. Estaba diciendo que nunca consentiría que sus propios sueños fueran la pesadilla de los demás. Era contra el egoísmo y, más aún, contra el egocentrismo de los patriotismos extremos y los nacionalismos. Pues ese Montesquieu no ha estado en los últimos meses en Cataluña, donde un ultranacionalista poseído
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