El presidente ultraderechista de Brasil cumplió su promesa de facilitar el acceso de la población a las armas, que han proliferado en el país. Algunos temen las consecuencias. Carla Izildinha Gomes compró el año pasado su primer arma de fuego: una pistola Imbel .380. Y ya piensa en la siguiente. "Tengo una pistola, entonces ahora quiero comprar un revólver", dice esta brasileña de 40 años que vive en el interior del estado de São Paulo, a BBC Mundo. "Quiero un .38 con caño corto". Explica que tener un arma era un "sueño" de defensa personal de
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