Vladímir Kosarevsky era hasta hace un mes el director de una de las principales bibliotecas públicas de Moscú y hoy duerme en un albergue de A Coruña que debe abandonar el próximo martes. No tiene adónde ir. Este bibliotecario de 39 años escapó de la capital rusa el 6 de enero después de negarse a destruir libros. Es la orden que le dieron sus jefes tras aprobar el Gobierno de Vladímir Putin una ley que prohíbe toda obra cultural que mencione la homosexualidad. Ninguna institución pública ha movido un dedo hasta ahora para ayudarlo en España.
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