Bélgica nació, por accidente, como un término medio entre los intereses de las diferentes potencias. En sus fronteras quedaron francófonos, neerlandeses y alemanes unidos por su fe católica. Los francófonos se encargaron de diseñar el país a su gusto, pero, tras la crisis del 73 y la globalización, su modelo se vino abajo, y con él el porqué del Estado.
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