Las arenas movedizas en las que se mueve la banca española pueden alargarse más tiempo del que los directivos del sector tenían previsto. A las consecuencias derivadas de la actual crisis económica, como la baja demanda de crédito y el previsible aumento de la morosidad, se suma un escenario de tipos de interés negativos que podría prorrogarse hasta el año 2031.
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