Los peligros propios del mar aumentaban considerablemente en este tipo de viajes, pues los hombres navegaban hacia lo desconocido y durante un periodo de tiempo indeterminado. No obstante, el mar constituía frecuentemente la única esperanza de huérfanos, pobres o curiosos, pues era un medio de conseguir sustento e incluso alguna ventaja significativa. Ser hombre de mar era un oficio peligroso, pero también un trabajo pagado con dinero –no tan usual en la época–, libre, especializado y con posibilidades de ascenso.
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